INTRODUCCIÓN:

DIOS ESTÁ CON NOSOTROS 

 

Todos, en algún momento de la vida, enfrentamos una crisis. Para algunos, la crisis es devastadora: un huracán, un incendio, un accidente automovilístico. Para otros, las crisis son más íntimas: la muerte de un ser querido, la decepción al no poder alcanzar un sueño, un problema en el trabajo.

 

No importa su magnitud, las crisis pueden hacer que la persona sienta que Dios la ha abandonado. ¿Cómo pudo permitir Dios que esto pasara?, se pregunta. Si te sientes así en este momento, no te preocupes. No estás solo. El miedo de haber sido abandonado es una reacción común a las crisis. Puedes pensar que lo has perdido todo; que nadie puede ayudarte.

 

Pues, tengo buenas noticias. No lo has perdido todo. Y alguien puede ayudarte: Dios. 

 

Tienes que comprender que Dios no causó tu crisis. Incluso mientras lees esto, Él está a tu lado, esperando pacientemente que acudas a Él. Puede parecer difícil de creer, pero es cierto. Y si lo crees, aunque no lo creas completamente al principio, te darás cuenta de que la situación que parecía imposible tiene una solución. Porque con Dios, todo es posible.

 

Este librito te dará ideas prácticas para sobrellevar las crisis. Te enseñará cómo calmar tus temores, enfrentar la pena, recuperar la fortaleza y vivir con esperanza. La Biblia nos dice que una persona que se entrega a Dios "no tiene miedo de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor". Con la ayuda de Dios, superarás tu crisis y emergerás fortificado intelectual, emocional y espiritualmente. Recuerda el Salmo 46: "Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia". La crisis que estás enfrentando ahora puede parecer intimidante. Pero Dios te ayudará a superarla. Él te dará la esperanza para un nuevo día. 

  

 

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NO TENGAS MIEDO

 

Un día, a Charles y a Lucinda Sears los sorprendió un huracán en la Florida. Antes de que se dieran cuenta, había olas de lodo y agua alrededor de su casa. Al único sitio suficientemente alto donde pudieron subir fue un árbol viejo y torcido en el patio. El agua llegó a las ramas superiores, hasta que la joven pareja y sus tres hijos apenas podían mantener la cabeza fuera del agua.

 

“¡Cindy, vamos a morir!” - gritó Charles en medio del intenso viento. Pero Lucinda le respondió: "¡No, no vamos a morir! ¡El Señor está aquí con nosotros!" Y comenzó a cantar himnos. Después de algunos relámpagos, los vientos se calmaron y el agua empezó a bajar.

 

Al mediodía del día siguiente, la familia pudo bajar del árbol sana y salva.

 

Con frecuencia, la primera reacción ante una crisis es el miedo. Te sientes descontrolado, amenazado por el peligro. Por eso, tratas de refugiarte en las sombras, tiemblas y te concentras en tu preocupación. Entregarse al miedo es una gran tentación, pero al igual que Lucinda Sears, debes resistir esa tentación con toda tu fuerza. Mientras más hables de tus temores, más temeroso te volverás.

 

La Biblia nos da muy buenos consejos para controlar la ansiedad: "No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también". 

 

Esto lo puedes lograr en cuatro pasos. Primero, deja de hablar de lo que te preocupa, y ora. Segundo, pídele a Dios que te muestre cómo enfrentar la situación. Tercero, y esto es muy importante, después de pedir la ayuda de Dios, agradécela, para que Él vea que crees que Él está allí. Cuarto, dile lo que necesitas.

 

Jesús dice en la Biblia: “¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!” Al dirigir tu mente y corazón hacia Dios, puedes descansar en Sus promesas y fortificarte con Su paz y tranquilidad. Inténtalo. Entrégate a Dios ahora y nota como tu miedo gradualmente se desvanece. 

 


MANTÉN LA CALMA 

  

Con frecuencia, después de una crisis nos sentimos muy ansiosos, incapaces de pensar o proceder de manera positiva. A menudo esta ansiedad no proviene de nuestro cuerpo, sino de nuestra mente. Elaboramos pensamientos equivocados. Así que haz el esfuerzo ahora mismo de eliminar esos pensamientos tensos y reemplazarlos con pensamientos de paz, tranquilidad y fe.

 

Primero, lee el salmo 23 en voz alta. Luego, siempre que la ansiedad ataque, ora. Comienza con este versículo del salmo 46: "¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!” Pídele a Dios que elimine de tu mente los pensamientos inquietantes y que los reemplace con Su "paz que supera todo entendimiento". Si eres sincero al buscar la sabiduría de Dios, te animarás y fortalecerás.

 

Una vez, una joven llamada Phyllis iba en el tren camino a casa después de haber visto una obra de teatro en Nueva York. Cuando caminaba hacia la puerta de salida de la estación, cinco hombres de aspecto peligroso le bloquearon el paso. "¿Qué hace por aquí tan tarde, señorita?" - le dijo uno de ellos en tono de burla.

 

Phyllis pensó en su esposo y sus dos hijitos que estaban en casa. No había para donde correr. Así que oró, y una voz en su cabeza le respondió: "El Señor protege a los que en Él confían". Entonces se irguió, con su metro sesenta y cinco de estatura, y caminó derecho hacia los hombres. "Déjenme pasar, por favor"  - dijo con calma. Los hombres la miraron asombrados. Entonces se separaron y ella caminó hacía la puerta de salida. Mientras subía las escaleras hacia la calle, escuchó a los hombres que decían: "Muy bien, señorita, ¡camine erguida!"

 

Cuando se apela a Dios y se toman sus promesas en serio, se pueden superar todas las crisis con calma, inteligencia y dignidad.

 


UN MOMENTO PARA LA PENA

 

 

La vida nos propina algunos golpes agobiantes y a veces nos desesperamos. No sabemos qué camino tomar, nuestra pérdida es tan enorme.

 

Dios desea sanar tu tristeza. Pero antes de recurrir a Él para que te ayude, es importante entender que no debes avergonzarte de sentir pena. La pena es normal. Cuando lloras la pérdida de un ser querido o de algo importante en tu vida, estás reconociendo el gran valor que esa persona o esa cosa tenía para ti. Tu tristeza honra su memoria y celebra su existencia.

 

Sin embargo, nadie debería permanecer triste para siempre. Así que cuando te sientas sobrecogido por la pena, ora a Dios, pídele que sane tu corazón herido. Puedes estar seguro de que Él hará exactamente eso.

 

Si te resulta difícil orar cuando estás tan desesperado, no te preocupes. Simplemente confíale todo a Dios, como un niño herido pide a gritos ayuda a sus padres. Y está bien llorar. Las lágrimas son como válvulas de escape que eliminan la tensión.

 

Después de orar, afirma que puedes sobrellevar esta pena. Dilo una y otra vez: "Sabemos que Dios dispone de todas las cosas para el bien de aquellos que Lo aman, quienes Él ha llamado para cumplir Su propósito". Entrégate a Dios, confía en Él, y Él actuará. Y dentro de poco te darás cuenta de que todo ha quedado atrás, y verás tu tristeza como alguien que ha cruzado un océano tormentoso y ha llegado a una orilla tranquila.

 


SÉ FUERTE 

 

 

 

Una de las grandes verdades de la vida es que tú puedes superar cualquier cosa que te pueda ocurrir –con tal que creas que puedas superarla y actúes como corresponde. Reponerse de una crisis es una oportunidad ideal para pedirle a Dios que libere la ingenuidad creativa, la sabiduría y la fortaleza que se encuentran en tu interior.

 

¿Cómo hacerlo? Primero, ora a Dios y pon toda la situación en Sus manos. Di: "Dios, Te entrego todas mis dificultades. Enséñame el camino para superarlas. Dame ojos para ver Tus soluciones y la fuerza para llevarlas a cabo".

 

Luego siéntate con calma y analiza el problema, quizás escribiéndolo en una hoja de papel. 

 

Trata de encontrar varias soluciones y ora por ellas, pidiéndole a Dios que te muestre cuál es la correcta. Cuando tengas una idea de cómo proceder, avanza resueltamente, orando siempre por la fuerza adecuada.

 

Si surgen dudas, descártalas firmemente con una oración rápida: "Dios, disipa estos temores y dame Tu fortaleza". Dios responderá a esta oración y, paso a paso, te encontrarás utilizando un poder interior que tal vez nunca pensaste que tenías.

 

"Babe" Didrikson Zaharias fue una de las atletas más grandes de todos los tiempos. Lanzadora de jabalina, as del tenis, estrella del golf - no había nada que Babe no pudiera hacer bien. Incluso ponchó a jugadores de béisbol de grandes ligas en un juego de exhibición. Cuando le diagnosticaron cáncer, pudo haberse dado por vencida, pero no lo hizo. Luchó contra el cáncer como si fuera un oponente en un partido, peleando cada punto. Antes de morir, mucho después de lo que los médicos habían predicho, afirmó: "He puesto todo en manos de Dios, y todo está bien".

 

Superamos nuestras dificultades por la presencia de Cristo, porque Él es más fuerte que todas ellas; Él es un maravilloso antídoto para el desaliento. Extrae fuerzas de Su poder. Camina erguido. Enfrenta tu situación. Entra en las tinieblas sin miedo.

 

 


 

PEQUEÑOS PASOS 

 

Los seres humanos somos muy impacientes. Queremos resultados de inmediato. Creemos que nuestro tiempo nos pertenece y nos frustramos si tenemos que esperar. Dios, sin embargo, es paciente. Su tiempo es distinto al nuestro. Y aunque ese tiempo a menudo parezca incómodamente lento, ten la seguridad de que el tiempo de Dios es ideal y, además, es precisamente lo que necesitamos.

 

Es importante recordar esto al recuperarse de una crisis. Frecuentemente oramos para pedir soluciones, fortaleza, calma, tranquilidad, cambios - pero a veces nuestros problemas persisten más allá de lo que pensamos que era nuestro límite. Es grande la tentación de concluir que Dios nos ha olvidado. 

 

Esa es una conclusión equivocada. Dios no te ha olvidado. No dudes que Él está actuando en tu beneficio. Sin embargo, tienes que entender que Él anhela la solución correcta, no necesariamente la solución que tú quisieras.

 

Esto puede ser difícil de aceptar. Pero debes recordar que Dios ve tu vida entera, no solo este momento difícil. No quiere simplemente restablecer las cosas como estaban antes. Él quiere crear una vida nueva y mejor para ti de las cenizas de la vida vieja.

 

Así que mantén tus planes. Síguelos paso a paso. Y si te sientes desanimado, acuérdate de la gran verdad de Dios: las malas experiencias pasarán. No en nuestro tiempo, sino en el tiempo de Dios, que es el mejor tiempo.

 


 

VIVE CON FE

  

Algunos piensan que la fe es una capacidad de creer que debe adquirirse antes de recurrir a Dios. Eso no es lo que significa tener fe. Tener fe es simplemente la decisión diaria de actuar creyendo que las promesas de Dios son verdaderas y están presentes en tu vida.

 

Es importante entender esta cualidad de la fe porque, sin ella, tu trabajo para superar las crisis será mucho más difícil. La fe no es un estado de la mente. Es una práctica, un acto diario de recurrir a Dios y confiar en que Él responderá - incluso cuando, a veces, parece que está muy lejos.

 

¿Cómo adquieres esta práctica? Pues, realizándola. Una manera fácil de comenzar es simplemente afirmar tu fe verbalmente. 

 

Di: "Yo creo. Dios está conmigo ahora". Incluso si no lo has dicho con absoluta sinceridad, el hecho de decir las palabras hará que tu mente gradualmente lo acepte.

 

Luego di esta oración: "Querido Jesús, en este momento difícil, pongo mi vida y la vida de mis seres queridos en el refugio de Tus brazos protectores. Voy a confiar en que Tú nos cuidarás hoy en todo sentido. Tú solo quieres el bien para Tus hijos, así que pase lo que pase, tu voluntad es para nuestro bien".

 

Una vez que hayas hecho esto, asume todas las labores diarias con la certeza de que Dios está contigo. La clave es mantener esta convicción incluso cuando parece que todo está en tu contra. Recuerda la gran promesa de San Pablo: "A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece". 

 

Y no te sorprendas si vivir con fe te trae victorias más rápidamente de lo que esperabas. Cuando te armas de fe, obtienes fortaleza intelectual y emocional. Antes de que te des cuenta, habrás superado las calamidades que enfrentas.

 


 

AYUDA A LOS DEMÁS 

 

Una vez, un terrible huracán azotó las islas del Caribe. Hubo inmensas olas que destruyeron muchas viviendas y muchas vidas. Cuando un grupo de trabajadores humanitarios llegó al pequeño pueblo que había sido el más afectado, escucharon voces que cantaban.

 

"¿Qué es eso?" - se preguntaron los trabajadores. Al llegar al pueblo vieron que los habitantes ya estaban trabajando juntos en la reconstrucción. Habían formado un equipo y, cantando, expresaban su fe y su esperanza.

 

Una de las mejores formas de recuperarse de una crisis es ayudando a otros. Esto puede sonar ilógico y un poco raro, pero darles tu tiempo y tu energía a otras personas es uno de los mejores estimulantes de la fortaleza y del espíritu.

 

¿Cómo hacerlo? Primero, pídele ayuda a Dios. Habla con Él de todas tus inquietudes, no importa cuán insignificantes sean, como lo harías con un buen amigo o con un ser querido. Pídele fortaleza y creatividad, y el discernimiento para ver a aquellos que necesitan tu ayuda.

 

Luego mira a tu alrededor. Siempre hay alguien que necesita ayuda. Si tu vecindario ha sido devastado, participa en la reconstrucción. Si has perdido a un ser querido, una vez que hayas recuperado tu equilibrio, piensa en orientar a otras personas sobre cómo enfrentar esa pérdida.

 

Recuerda que todos los seres humanos enfrentamos problemas similares a los tuyos. Y, aunque parezca paradójico, recuerda que mientras más das, mayor es tu recompensa. 

 

Cuando estás solo, te puede parecer que esto de dar sin recibir es difícil. Pero con la ayuda de Dios, es posible, y, además, es una manera clave de recuperar tu ánimo y confirmar tu presencia en este mundo.

 

Inténtalo ahora. Pídele ayuda a Dios. Y luego ayuda a otras personas. 

 


 

EL PODER DE LA ESPERANZA 

 

Estas son algunas de las más bellas y verdaderas palabras que se han escrito: "¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador!"

 

Esperanza es una de las palabras más poderosas que existen. Porque en la esperanza reside el poder del alma humana para entregarse a Dios y vivir seguro de que Sus promesas se realizarán.

 

Algunas personas piensan que la esperanza es una emoción. "Me siento esperanzado", dicen. Pero la verdadera esperanza es una disciplina, una determinación de creer en la realidad y en el poder de Dios, incluso cuando parece que el mundo se derrumba a nuestro alrededor.

 

Ese es el genio y el poder de la esperanza. Enfrenta las calamidades afirmando: "El mundo puede hacerme daño. Pero no perderé la esperanza. Todavía sabré que este es el día que ha hecho el Señor y que Él me cuidará".

 

La clave para sobrevivir una crisis es la esperanza. Esperanza en que Jesús te ama. Esperanza en que Él está buscando una solución para ti ahora mismo. Esperanza en que el futuro que pones en Sus manos será mejor que el presente que tienes sin Su ayuda.

 

Practica esta esperanza, aún si tienes que empeñarte en hacerlo. Con Su poder, podrás superar todas las cosas. Pasarás de la oscuridad a la esperanza de un nuevo día.

 

 

 

 


 

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